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Samanta y… la asistencia sexual Reportaje de Samanta Villar.
Sole y Teo – asistencia sexual Última de las 6 historias de “Yes, we fuck!”
¿Qué entendemos por «asistencia sexual»?
Un tipo de trabajo sexual que consiste en prestar apoyo para poder acceder sexualmente al propio cuerpo o al de una pareja. La persona asistente no es alguien con quien tener sexo, sino alguien que te apoya para tener sexo contigo misma o con otras personas. La persona asistida decide en qué y cómo recibe apoyo, esa es su forma de autonomía para explorar su cuerpo o para masturbarse. Igual que la silla de ruedas no pasea a la persona con diversidad funcional (la persona pasea a su manera, con las ruedas de la silla y con sus propias decisiones), el asistente no masturba a la persona (la persona se masturba a su manera, con las manos del asistente y con sus propias decisiones).
¿Qué tareas lleva a cabo la persona asistente?
Aquellas que la persona asistida no puede hacer por sí misma: explorar su cuerpo, masturbarse, conseguir posiciones y/o movimientos en prácticas sexuales con otra persona. La persona asistida no accede sexualmente al cuerpo de la persona asistente: no hay besos, abrazos, coito, caricias, sexo oral, etc. La persona asistente no tiene entre sus tareas excitar a la persona asistida, ni excitarse ella, ni sentir placer, ni educar ni intervenir terapéuticamente, su intervención es puramente instrumental
¿Para quién es la asistencia sexual?
Para personas que no pueden explorar su cuerpo, masturbarse y/o realizar algunas prácticas sexuales con otra persona sin el apoyo de alguien, es decir, para personas cuya forma de autonomía consiste en hacer esas tareas con las manos de otra persona y con sus propias decisiones. No todas las personas con diversidad funcional necesitan asistencia sexual. En el caso de la diversidad intelectual, la persona tutora se responsabiliza de establecer con asistente y asistida el protocolo para determinar qué puede decidir la persona con diversidad intelectual por sí misma, qué decide con apoyo y qué no decide.
¿Quién puede ofrecer asistencia sexual?
Cualquiera que reúna los requisitos legales para trabajar. La persona asistente puede estar dada de alta como autónoma o estar contratada por una empresa o entidad. Es importante que sea un trabajo, y no un voluntariado, porque hay que garantizar un derecho. Cuanta más formación mejor, pero siempre como derecho, nunca como requisito previo obligatorio. La libertad de elección da mejores posibilidades de calidad en el apoyo que cualquier título académico. La persona asistida sabe lo necesario, y lo que no sepa debe aprenderlo como las demás; viviendo.