Simbolismos y alianzas para una revuelta de los cuerpos
Yes, we fuck! Más que un documental
Esta distancia sideral entre lo legislado y lo que ronda por las cabezas de la mayoría de personas sobre la realidad de la diversidad funcional salió a colación el verano de 2012 en una conversación con Raúl de la Morena, documentalista autor –entre otras obras- del documental “Editar una vida” (2005). Dicho documental compara la vida en una institución con la vida independiente. Demoledor. Pero igual de demoledor en 2012 que en 2005. Podría volver a estrenarse y seguiría igual de vigente, a pesar del importante avance legislativo de 2006 (Ley de autonomía personal y Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad).
Eso nos hizo pensar que buena parte del bloqueo está en lo no escrito, en un imaginario colectivo que sigue anclado en el pasado, que aún valora la reclusión en instituciones como parte de la solución en lugar de como parte del problema, que aún infantiliza a las personas con diversidad funcional desde la idea de que la biología les hace “naturalmente dependientes”. En semejante escenario sólo cabe alcanzar la dignidad muriéndose (Ramón Sampedro), curándose (Chistopher Reeve) o siendo un héroe (Stephen Hawking) Necesitamos construir un relato social de la diversidad funcional mucho más denso, que rellene los infinitos espacios vacíos entre esta triada de realidades minoritarias y extremas.
Buena parte del bloqueo está en lo no escrito, en un imaginario colectivo que sigue anclado en el pasado
Por todo ello, parece clara la necesidad de romper el binomio dependencia-infantilización, términos que se retroalimentan generando un círculo vicioso que hasta ahora se ha mostrado resistente a cualquier avance ideológico y legislativo. De aquí nació la idea de hacer un documental sobre sexualidad y diversidad funcional; “Yes, we fuck!” El título, parodia de la famosa campaña electoral que dio la presidencia de EEUU a Obama, es una declaración de intenciones; no se trata tanto de describir didácticamente cierta parcela de realidad como de hacer saltar por los aires ese imaginario colectivo que visualiza a las personas con diversidad funcional como seres asexuales. La estrategia para ello pasa por mostrar historias reales con imágenes explícitas que revelen a las personas con diversidad funcional como seres sexuales y sexuados, como cuerpos deseantes y deseables, que rompan la idea de normalidad y nos interpelen sobre cómo entendemos el deseo, el placer y la belleza. Todo esto en un marco de cotidianidad que ayude a conectar la manera de vivir, la libertad personal y la sexualidad. Uno tiene la intuición de que se folla como se vive y se vive como se folla.
Unos meses después de ese encuentro clave con Raúl de la Morena, participé en una conversación de ética aplicada sobre sexualidad y diversidad funcional. Se trataba de seguir, con profesionales del trabajo social, psicología, educación social, medicina, enfermería, docentes, maestros, investigadores y estudiantes, el proceso de análisis y deliberación sobre el borrador del documento «Diversidad funcional, afectividad y sexualidad: Algunas cuestiones éticas que plantean las relaciones afectivas y sexuales de las personas con diversidad funcional con necesidades de apoyo extenso o generalizado que viven en residencias» elaborado por el Grupo de reflexión ética aplicada del Consorcio de Servicios Sociales de Barcelona.
Fue un debate intenso y rico, que me hizo plantearme algunas cuestiones:
- El borrador apuntaba hacia un documento valiente, muy innovador y con capacidad de estimular el debate púbico sobre la sexualidad en las residencias.
- Es necesario ampliar, profundizar y sistematizar la hasta ahora escasa participación directa en el debate de las personas con diversidad funcional. Nada sobre nosotrxs sin nosotrxs.
- A pesar de las buenas intenciones, pervivía un cierto paternalismo (papel de la familia), algún tic institucional (papel de los profesionales) y una sutil naturalización de la asexualidad (no se identificaba como problema el más grave: la falta de demanda de vida sexual, sólo parecía problemática la gestión de la demanda).
- El texto rezumaba un constante «querer y no poder» Pese a proclamar que la residencia debe ser «como el propio hogar del usuario» lo cierto es que la institución colectiviza la intimidad y la cotidianidad, y esto genera una tensión que, si bien se puede mejorar, es irresoluble. Me hizo pensar en la primera escena de «Bailo por dentro».
- En la misma línea del punto anterior, la figura de la incapacitación jurídica choca con las buenas intenciones y hace patente la necesidad de transitar de este sistema de sustitución de la voluntad hacia otro de apoyo a la toma de decisiones.
- Más allá del «qué podemos hacer por la sexualidad de las personas con diversidad funcional» hay que enfocar también la cuestión en la dirección contraria: ¿qué puede aportar la realidad de la diversidad funcional a la sexualidad humana en general?
Y con todas estas reflexiones todavía hirviendo en la cabeza, llegó el fenómeno cinematográfico «Las sesiones». Basada en textos autobiográficos del poeta y periodista Mark O’Brien, narra la historia de cómo un hombre con tetraplejia inicia a los 38 años de edad su vida sexual con el apoyo de una «terapeuta / sustituta sexual». Como, a pesar de ser práctica habitual en la California de los 50 y 60, sus padres no quisieron ingresarlo en una residencia, Mark hacía vida independiente con asistencia personal en su casa (sí, sí, hace 40 años ya se practicaba esta alternativa a la institucionalización!!)
Esto me llevó a completar las reflexiones antes mencionadas con las siguientes consideraciones:
- No hay atajos. La única manera de tener una vida sexual plena es teniendo una autopercepción positiva y una vida social rica y compleja. A pesar de vivir en su casa, la barrera de un imaginario colectivo que infantiliza y asexúa a las personas con diversidad funcional había sido interiorizada por Mark de tal manera que rechazaba su cuerpo y no tenía muchas relaciones personales.
- La medicalización de la vida en general y de la sexualidad en particular es un mal camino. Derecho a la salud sí, reducir la persona a la condición de paciente y convertir su vida en un tratamiento, no. Las causas de la exclusión sexual de las personas con diversidad funcional son sociales. Cheryl, la asistente / sustituta sexual, se ve desbordada por una realidad que no es médica ni medicalizable.
- Hacer vida independiente autogestionando asistencia no garantiza una vida sexual plena, pero da oportunidades y posibilidades. El proceso de crecimiento personal y de autoaprendizaje de Mark a la hora de relacionarse con sus asistentes y con otras personas resulta ilustrativo.
- La figura del asistente sexual puede ser un apoyo fundamental para el bienestar físico y emocional de las personas que no tienen acceso a su propio cuerpo y no se pueden masturbar por ellas mismas. Se debe regular y garantizar como derecho.
- En todo lo que va más allá de las tareas de masturbar a quien no puede hacerlo por sí mismo y / o facilitar las relaciones sexuales con otras personas, el debate sobre la asistencia sexual está abierto. En mi opinión, se debería incorporar al debate general sobre la prostitución.
- Quien sea favorable a la regulación de la prostitución puede encontrar en el ámbito de la diversidad funcional argumentos y experiencias de sus beneficios extensibles al conjunto de la población. Quien esté por la abolición de la prostitución, puede incorporar la realidad de la diversidad funcional al proceso de construir una sexualidad humana general suficientemente rica y positivamente apreciadora de la diferencia como para eliminar la demanda de servicios sexuales más allá de la represión policial.
La sexualidad, como expresión intensa de la vida, pone de manifiesto el carácter «ptolomeico» de figuras más pensadas para sobrevivir que para vivir y que asumen el sacrificio de la libertad en nombre de una cierta idea de la protección, como las residencias y la incapacitación jurídica. El giro copernicano que necesitamos en el imaginario colectivo de la realidad de la diversidad funcional nos llevará a una sociedad más humana y más justa para el conjunto de la población. Es un camino largo, complejo y apasionante, pero de momento, si usted -a diferencia de quien escribe estas líneas- aún no tiene diversidad funcional, quédese con una idea muy simple: yes, we fuck!
Todo este conjunto de reflexiones suscitadas por la conversación de ética aplicada y por “Las sesiones” se tradujo en un artículo que publiqué en Social.cat. En menos de dos días el texto ya tenía más visitas que el artículo hasta entonces más leído, que llevaba casi dos años colgado. Esta fue la gota que colmó el vaso, lo urgente ya no pudo contener más a lo importante, de manera que Raúl de la Morena y yo nos conjuramos para poner en marcha el documental alrededor de un primer guión y una página de Facebook que luego fueron cambiando y creciendo. De hecho, la página de Facebook fue censurada y clausurada, pero gracias al entusiasmo de la gente que iba conociendo el proyecto no resultó difícil abrir otra y recuperar seguidorxs. La censura también alcanzó a los canales de Youtube, Vimeo y Dailymotion, a la cuenta de correo de Gmail y a Flickr. Un síntoma más de lo mal resuelto que está el tema del cuerpo y la sexualidad en general.
En el momento de escribir estas líneas, tenemos grabadas y editadas cinco de las seis historias que compondrán el documental. Con un poco de suerte, a pesar del inamovible presupuesto 0, a finales de 2014 o principios de 2015 el proyecto estará listo para saltar a las pantallas. Más allá del resultado final, el proceso de elaboración está siendo muy rico desde el punto de vista del activismo social. En el “we” del título nos hemos ido identificando y encontrando diferentes grupos que compartimos el hacer trabajo político sobre y desde el cuerpo (feminismos, transfeminismos, queer, diversidad funcional, activismo gordx…) Y el “fuck” se ha ido complejizando desde la voluntad no de encajar en la norma sino de demolerla y hacer una aportación valiosa a la necesaria transformación de la conceptualización y vivencia de la sexualidad humana en general.