“Yes, we fuck!” y la asistencia sexual
Diversidad funcional. Resistir, también, desde el lenguaje
Hay muchas formas de ser y estar en el mundo. Unxs [1] se desplazan caminando con elegancia felina, otrxs se deslizan como electrones sobre campos magnéticos en sus sillas de ruedas. Para algunos ojos la luz puede esculpir imágenes con precisión celestial y para otros simplificar el universo a un tono y su paz. La vibración del aire desencadena melodías en ciertos oídos y en otros orquesta un silencio de abejas en su libar. Hay mentes absortas en la persecución del Bosón de Higgs y otras replegadas sobre sí mismas en una sucesión de espejos sin principio ni fin.
Se mire como se mire, una de las características intrínsecas a la idea de humanidad es la de su diversidad. En particular, es una realidad incontestable la diversidad funcional; hay diferentes maneras de funcionar, de hacer las cosas en nuestra interacción con el mundo, con lxs demás y con nosotrxs mismxs. Sin embargo, no todas las formas de ser y estar resultan bien acogidas. La sociedad ha sido organizada como si todo el mundo se moviese, viera, escuchase, percibiera y entendiese de la misma manera.
Peor aún, como si fuese deseable la idea de convertir los espacios y procesos sociales en máquinas homogeneizadoras para fabricar una especie de “ser humano normal” que nos librase de toda la incertidumbre y complejidad que conlleva la diversidad, al precio de perder también toda su potencialidad creativa. Como una de las formas de resistencia a esos procesos de normalización, algunas de las personas que, por nuestras diferencias funcionales, sufrimos una discriminación sistemática y sistémica, llevamos una década nombrándonos como “personas con diversidad funcional [2]”.
No se trata, pues, de un cambio de nomenclatura, sino de un posicionamiento político que rechaza clasificar a las personas en función de unas capacidades vinculadas a la idea de productividad y consideradas aislando al individuo de su comunidad, sin poder contar con lxs demás. En lugar de poner el foco en cómo de improductivo resulta el ciudadano desconectándole del resto, proponemos situar el eje de pensamiento en cómo mejora la sociedad en su conjunto al dotar a las personas de los apoyos necesarios para que, libres de relaciones de dominación, aporten a la comunidad toda la riqueza de su diversidad.
[1] Se usará “x” para no distinguir entre masculino y femenino
[2] Término acuñadao por M. Lobato y J. Romañach (2005) en el Foro de Vida Independiente