“Yes, we fuck!” y la asistencia sexual

“Yes, we fuck!” Si follamos todxs, follamos mejor

La exitosa respuesta evolutiva del ser humano a su extrema fragilidad (nacemos con los huesos del cráneo aún sin soldar para que un cerebro enorme pero inmaduro pueda salir por el canal pélvico) siempre fue tejer comunidades de individuos heterogéneos que cooperan entre sí. En algún momento de nuestra historia perdimos el norte, el ansia acumulativa desvió el “sentido común” hacia la idea de individuos homogéneos que compiten entre sí. Sin embargo, el siglo XX nos mostró cómo esas ideas mitológicas de “normalidad” y de “individuo autosuficiente” pueden llegar a generar la peor de las sociedades posibles, el mundo más invivible que hubiésemos podido imaginar, cuya expresión más cruda y paradigmática fue la Alemania nazi de Adolf Hitler.

No obstante, en las últimas décadas hemos acumulado evidencias empíricas de que los procesos sociales obtienen mejores resultados para el conjunto de la población cuando incluyen la diversidad humana en general y la diversidad funcional en particular. Ejemplos de esto último son el transporte, el urbanismo, la pedagogía, la arquitectura… Gracias a pensar en las diferentes maneras de funcionar hemos conseguido un transporte más seguro y confortable, un urbanismo más habitable, una pedagogía con más y mejores herramientas, una arquitectura más amigable, etc. Estos beneficios son para todo el mundo, no sólo para las personas con diversidad funcional, pero es la presencia de estas últimas lo que ha constituido la inspiración y el motor para conseguir esas transformaciones sociales hacia un mejor vivir.

Todo apunta a que debería ocurrir lo mismo en el ámbito de la sexualidad; si follamos todxs follamos mejor.

¿Se imaginan cómo sería incluir en los hasta ahora estrechos territorios del deseo y del placer todxs los cuerpos, todas las formas de moverse, sentir, entender?

Ahí parece latir una revolución pendiente. Revolución porque dinamita el heteropatriarcado que secuestra nuestros cuerpos y deseos al servicio de la reproducción capitalista. Y revolución porque reclama para el placer los cuerpos abyectos, los cuerpos improductivos para ese mismo sistema capitalista. Este es el potencial político que da sentido a un proyecto como el documental “Yes, we fuck!”, una mirada en seis historias sobre la sexualidad de las personas con diversidad funcional que interpela al conjunto de la población sobre cómo construimos la relación con nuestro propio cuerpo y con lxs demás a través de los deseos y los placeres en un escenario de opresión capacitista [3] y sexista.


[3] Sistema de opresión que divide a la población en dos categorías, capaces e incapaces, a partir de primar unas capacidades sobre otras y medirlas aislando al individuo de la comunidad