Desde el primer instante que se cruzo en mi camino la posibilidad de trabajar como asistente sexual sentí que tenía mucho que aportar y no me lo pensé ni dos segundos en ponerme manos a la obra. Conocía por mi trabajo la importancia de la sexualidad en la vida en las personas, la energía sexual es la vida y es un derecho.

Durante estos más de tres años que soy asistente sexual siempre he tenido muy claros cuales eran mis límites pero en cada asistencia siempre me surgían las dudas de cual era en realidad mi función. Estoy convencida de que no era solo yo la que tenía dudas referente a mi labor si no que en muchos casos los usuarios tampoco tenían muy claro.

Estas dudas, desconfianzas y inseguridades me creaban un estrés emocional que en ocasiones me ha costado gestionar y en varias ocasiones he estado a punto de dejar mi trabajo.

En un programa de radio en el que participe conocí a Antonio Centeno y su discurso en primer lugar me desoriento ya que mi “idea” de asistencia sexual era totalmente diferente, pero después del programa lo volví a escuchar y me di cuenta que era el enfoque que estaba buscando.

En estos últimos meses me he sumergido en una gran y maravillosa crisis que me ha permitido analizar y poner sobre la mesa como estaba haciendo mi trabajo. Nunca me ha importado lo que opinara la gente y siempre he hablado de mi trabajo con naturalidad, he participado en varios programas de radio y tv dando la cara en todo momento ya que siempre he creído en mi trabajo pero me he dado cuenta de la que me estaban criticando y juzgando no eran los demás, era yo misma.

En muchas ocasiones me he sentido perdida, confundida, como si andará sin suelo firme, sin bases y esta situación me hacía sentir mal e incómoda.

En estos momentos de cambio personal y de análisis de mi trabajo he sentido la necesidad de definir bien la figura del asistente sexual y a las personas a las que va dirigido, la “línea no tiene que ser fina”. Ha de ser clara y con unas bases sólidas para poder realizar mejor nuestro trabajo y facilitar así que tanto los asistentes, los usuarios y la sociedad no tengamos la más mínima duda de la necesidad y el derecho que tiene todas las personas que no tiene acceso a su cuerpo a disfrutar de los placeres que él les proporciona, como cualquier otra persona.

Después de varios meses cuestionándome todo he llegado a la conclusión que amo mi trabajo y lo que necesitaba era simplemente poner unas bases y unos protocolos claros a lo que estamos ofreciendo para poder seguir dando lo mejor de mí.
Si has vivido una experiencia parecida, si tienes ganas de compartir conmigo tu experiencia o necesitas asesoramiento no dudes en ponerte en contacto conmigo.

Rut Raventós